– Cuna de la petroquímica nacional
Por Mario Román del Valle/ informatePR
En aquellos años, la industria petrolera nacional siguió creciendo a la par del auge económico expansivo que experimentaba el país.
Así llegó el 20 de noviembre de 1951, en Poza Rica.
En su extraordinaria obra “Furbero, Palma Sola y Poza Rica”, el Maestro Sinesio Capitanachi Luna, reproduce, íntegra, el acta que protocolizó la fundación del Municipio Libre de Poza Rica (4). En dicho documento se establece que a las diez de la mañana de esa fecha, en la “casa número seis de la calle Ocho Norte, David Cano, se reunieron el Presidente de la República, Miguel Alemán Valdés, Marco Antonio Muñoz, entonces gobernador de Veracruz y un nutrido grupo de ciudadanos pozarricenses.
Se señalaba en aquella acta fundacional que la ley número setenta y siete, expedida por la Legislatura del estado de Veracruz, declaraba “extinguidas las congregaciones de Poza Rica, Manuel Ávila Camacho, Benito Juárez, el Hueleque y Petromex, (hasta entonces dependientes del) municipio de Coatzintla, y con ellas se erige la ciudad de Poza Rica de Hidalgo” (5).
En el acto se procedió a integrar el primer Consejo Municipal que tomaría las riendas del naciente municipio.
Y se cita en el documento oficial: “A continuación estando presentes los ciudadanos Francisco Lira Lara, Raúl Crespo Rivera, Palemón Vázquez, Agustín Rubio Zataray, Adolfo Rendón Rendón, Raymundo Villegas Sánchez y Edmundo Cárdenas Álvarez, en su carácter de Presidente el primero y de vocales primero, segundo tercero, cuarto, quinto y sexto, respectivamente, del Consejo Municipal de Poza Rica”.
El gran Sinesio Capitanachi nos informa que “después de la ceremonia (de fundación del municipio), el señor Presidente acompañado por toda su comitiva visitó e inauguró la escuela secundaria Salvador Díaz Mirón; visitó la Planta Recuperadora de Azufre, en el distrito industrial, visitó los separadores del campo número 5 del distrito Poza Rica; visitó el pozo Miguel Alemán, número 18, también de este distrito, pozo que apenas tenía cuatro días que había salido productivo; visitó el cuartel del Séptimo Batallón de Infantería, así como otras instalaciones de importancia” (6).
A las trece horas de aquel día memorable se efectuó un evento masivo en el campo deportivo Merino, en el cual se rindió homenaje al Presidente Alemán, haciendo uso de la palabra varios oradores. Uno de ellos fue el caballeroso y extraordinario trabajador petrolero, y salvador heróico del pozo Poza Rica, número 6 (deteniendo su feroz incendio), don Adolfo Rendón.
Seguramente con su voz suave, Rendón indicó que Poza Rica “ciudad que nace con raras líneas de grandeza, con ideología abiertamente revolucionaria, petrolera por antonomasia, no tiene su origen en la epidermis de las regiones, con noches encendidas que atestiguan su estirpe volcánica, es hija legítima del vientre ígneo de la tierra jarocha” (7).
Un participante muy activo de aquellos sucesos, el insigne y valeroso Profesor Isidro Capitanachi Pancardo, de tan memorable recuerdos por su persistente lucha democrática a lo largo de toda su vida, nos explicaba, en otra obra del autor, porque Poza Rica fue creada con muy escaso territorio:
“Se discute a través del Comité pro municipio libre de Poza Rica, del cual tuve también la suerte de formar parte, a pesar de yo no era de las simpatías ni de Pedro Vivanco ni de Merino, pero ahí estaba, y ahí cumplía yo una misión. Y recuerdo que la última discusión que se tuvo en la casa de ya extinto señor Barragán, quien presidía ese Cimita, discutía yo con otra persona que también ya ha desaparecido, que era el administrador de correos y telégrafos, comentaba yo los alcances del área que debía tener ese nuevo municipio. Yo pedía que este municipio comprendiera desde el límite con el Estado de puebla, lo que se llama El Lindero, y todos los ejidos que están al borde de la carretera, incluyendo Plan de Ayala y Totolapa (…) (8).
“Se me contestó, prosigue el profesor Capitanachi, que el ingeniero Merino quería un municipio pequeño, un municipio que fuera más o menos como el de Río Blanco, que está limitado por Orizaba y Córdoba. Que no necesitaba ser un municipio grande ya que tenía la capacidad económica para subsistir. Inisití en que debíamos procurar que el municipio de Poza Rica tuviera tierras de labrantío, que no dependiera exclusivamente de la industria petrolera, (…). En fin, que pudiera contar con todos los elementos que le permitieran una subsistencia feliz. Se discutió a tal grado, que poco faltó para que se llegara a las manos, pero al fin y al cabo se impuso la idea de que el municipio de Poza Rica había de ser pequeño. Tan es así, que al incrementarse la población en este lugar ha tenido que desplazarse a los terrenos de los municipios circunvecinos” (9).
A diferencia de otros “cronistas” que nunca señalan los marcos históricos, políticos, económicos, sociales y culturales en que se desenvuelven los sucesos del pasado, vale la pena preguntarse, qué ocurría en el país, al tiempo que Alemán y su clase política, tan proclive a la corrupción, venían a estas tierras a dar fe de nacimiento de la nueva y pujante ciudad petrolera.
Pues resulta que aquel era el tiempo de máximo poderío de un sistema que permitió crecimiento económico importante, pero que a la par maniató la vida política a un estilo de gobernar presidencialista, corporativista y muy autoritario.
Una democracia autoritaria
El brillante historiador Lorenzo Meyer ha señalado que aquel régimen mantuvo, a lo largo de casi 9 décadas, un sistema político que funcionaba mediante estructuras y prácticas autoritarias, pero bajo una careta de democracia formal. Por lo que lo caracterizó como “una democracia autoritaria” (10). Que funcionaba mediante un enorme poder concentrado en la figura presidencial, y estableciendo un partido de Estado con organizaciones corporativas.
Así, lo que se asentaba en los documentos políticos y jurídicos fundamentales, y lo que realmente ocurría en el ejercicio cotidiano del poder eran cosas que, de tan diferentes, resultaban opuestas.
Meyer apunta que en el régimen autoritario posrevolucionario “abundaban episodios de fraude, corrupción, impunidad, irresponsabilidad y promesas incumplidas” (11). “El arreglo político que se consolidó al final de la Revolución mexicana, agrega, constituyó uno de los sistemas autoritarios más exitosos del siglo XX, cuya naturaleza expuso y explicó muy bien Pablo González Casanova en su obra clásica La democracia en México (1965). En ese esquema, el centralismo presidencial compartía su poder autoritario como primus inter pares con los caciques y empresarios” (12).
El sexenio alemanista
Cuando surge el Municipio libre de Poza Rica, de Hidalgo, Veracruz, en el país se vivía los años del sexenio del Presidente Miguel Alemán Valdés (1946-1952).
Y en este período, como todos sabemos, los dirigentes políticos alemanistas deseaban dejar atrás el progresista reformismo cardenista. Y centraban, ahora, sus esfuerzos en una industrialización basada en una burguesía que explotara un mercado interno protegido, una rectoría económica del Estado, encabezada por una presidencia sin límites constitucionales.
Durante el sexenio se intensificó la obra de modernización del país. Se construyeron importantes carreteras (más de once mil kilómetros), se posibilitó una rápida industrialización, igualmente el crecimiento urbano avanzó y se erigió la bellísima Ciudad Universitaria, en la capital del país. Se destacaron también la construcción del aeropuerto internacional y el Viaducto (que fue la primera vía rápida), ambos de la ciudad de México.
Sobre el proceso de industrialización, vale la pena señalar que esta actividad se convirtió en la mayor prioridad nacional; pues se creía que mediante la innovación tecnológica se aumentaría la productividad del trabajo y de este aumento se derivarían mayores utilidades para los patrones, mejores salarios para los obreros y más recaudación de impuestos para el Estado (13).
Estas condiciones favorables para la inversión privada que hizo posible la fundación y florecimiento de grandes empresas mexicanas: Condumex, Ingenieros Civiles Asociados (ICA), Telesistema Mexicano –lo que es hoy, televisa-, Resistol, Nacobre. El Estado también invirtió recursos públicos en las industrias consideradas indispensables para promover la industrialización (petróleo, energía eléctrica, telecomunicaciones, etc.).
El efecto acumulado de las reformas anteriores, el ahorro obligado por la Segunda Guerra Mundial y su profundo acercamiento a los Estados Unidos que culminó con la primera visita a la capital mexicana de un presidente norteamericano (Harry S. Truman), permitieron el inicio de una era de gran desarrollo económico en un marco de estabilidad, un “milagro mexicano”, que aunque con persistentes desigualdades y exportación sistemática de “braceros” al campo estadounidense, significó mejoramiento para algunos sectores de la población, principalmente grupos urbanos, de la clase media y los grandes inversionistas (14).
Debe subrayarse que este “milagro” se basó en los ingresos del pujante sector petrolero (dentro del cual destacaba la altísima productividad del campo Poza Rica).
La modernización alcanzada por el régimen de Miguel Alemán, dice el escritor José Agustín, en realidad consistió en ahondar la alineación de México con Estados Unidos y acabar de sepultar a la Revolución mexicana (15).
Al inicio de su gestión reprimió la huelga de la Sección Uno del sindicato de trabajadores de Petróleos Mexicanos mediante la requisa con tropas del ejército nacional y el cese de 50 líderes que realizaron un paro en la refinería de Atzcapotzalco, lo que marcó el rumbo de su administración: se limitarían los derechos de los trabajadores para facilitar el avance de la iniciativa privada nacional y extranjera, a la que se confiaría el desarrollo económico del país, y él mismo se convertiría en inversionista, sea como dueño o socio de grandes negocios. En adelante, las huelgas fueron en su mayoría declaradas inexistentes por las juntas de conciliación y arbitraje (16).
A partir de entonces, los sindicatos fueron sometidos por el sistema. Se atacó a los grupos disidentes, honestos. Y se promovió a las dirigentes corruptas, represoras y controladoras de las bases trabajadoras. Y se incorporaron, obedientes y sumisas al partido oficial y al mandato presidencialista.
En el número 71 de la revista “Proceso” apareció publicado un artículo que hacía referencia a la industria petrolera y a la corrupción de su sindicato. Ahí se señalaba:
“Dos exdirigentes petroleros coinciden en culpar al expresidente Miguel Alemán de la descomposición de Pemex. Rafael Suárez Ruiz, primer secretario general del sindicato petrolero, resume: “Miguel Alemán lo descompuso todo. Fue quien corrompió al sindicato, el que traicionó al país, el que provocó el saqueo. Fue él el que firmó el convenio con las compañías expropiadas. Nuestra deuda era de 278 millones de pesos. Con Alemán se incrementó a 1,480 millones de pesos” (17).
Eulalio Ibáñez, último secretario general en la historia independiente de esa organización sindical, afirmó: “Esta descomposición nació con el gobierno de Miguel Alemán, quien con una camarilla de bribones, convirtieron los sindicatos en apéndices del gobierno”
Ibáñez al tomar posesión de la secretaría general del sindicato petrolero, en 1948, lo primero que hizo fue separar la organización de la CTM y el PRI
Por cierto, Rafael Suárez fue una extraordinario, combativo y honesto líder sindical pozarricense. Fue líder de la Sección 30, también fue el primer Secretario general nacional del STPRM después de la Expropiación petrolera. Suárez, además, era reconocido como uno de los dirigentes más preparados y comprometidos con la transparencia en su gremio; su gran capacidad oratoria era ampliamente comentada en el medio. Y siempre se distinguió por su combate a la corrupción en el interior de su sindicato y en la industria de los hidrocarburos.
Con Miguel Alemán en la Presidencia y Antonio J Bermúdez en la dirección de Pemex, la paraestatal perdió el rumbo. Empezaron a aflorar los malos manejos administrativos. Las cuentas no estaban claras.
Cien millones de barriles de petróleo y sus derivados se habían perdido desde que el petróleo era nuestro. Nadie supo responder. Bermúdez decía que la producción de Pemex de 1938 a 1947 había sido de 352 millones de barriles, pero la Secretaría de Economía sostenía que la producción había sido de 426 millones. La diferencia era de 73 millones de barriles a los que se agregaban las importaciones. Nunca hubo respuesta. (20/noviembre/2020)
vea la primera parte https://www.informatepr.com.mx/historia-del-petroleo/el-nacimiento-del-municipio-de-poza-rica-primera-parte/